¿Te ha pasado que lanzas una campaña de email marketing con una base de datos perfectamente segmentada, pero la tasa de respuesta no llega ni al 2%? ¿O que dedicas horas a conectar en LinkedIn, crear contenido, enviar mensajes… y aun así cuesta transformar esas interacciones en reuniones reales?
¿Te suena esta situación? Inviertes tiempo, esfuerzo y presupuesto en una campaña de marketing B2B, lanzas tus mensajes con la mejor de las intenciones y… silencio. O, peor aún, recibes respuestas de empresas que no encajan en absoluto con tu perfil de cliente ideal. Es como gritar en mitad de un estadio lleno esperando que justo la persona que buscas te escuche. Frustrante, ¿verdad?
En el competitivo sector tecnológico, esperar a que los clientes llamen a tu puerta es una estrategia abocada al fracaso. Los decisores de hoy no esperan a que un comercial les presente una solución, investigan, comparan y se forman una opinión mucho antes de establecer un primer contacto.
¿Sabías que el 73 % de las empresas que utilizan estrategias basadas en datos logran una mayor captación de clientes y mejoran su retorno de inversión? En un entorno donde cada clic, descarga o interacción deja huella digital, el verdadero reto no es tener datos, sino saber interpretarlos para conectar con las personas adecuadas.
Lanzar una campaña de canal sin comprobar cómo ha funcionado es como conducir con los ojos cerrados: nunca sabrás si vas en la dirección correcta y, lo que es peor, puedes acabar estrellándote. Y es que medir este tipo de campañas no es lo mismo que hacerlo con acciones dirigidas al consumidor final. No se trata solo de ventas inmediatas, sino también de compromiso, fidelización y valor estratégico dentro de la red de distribución.
Detrás de cada compra B2B hay un recorrido invisible que guía al usuario desde el primer contacto con una marca hasta el momento en que decide confiar en ella. Este trayecto, conocido como customer journey o viaje de decisión, no es lineal ni automático, sino un proceso complejo en el que la emoción, la comparación y la expectativa juegan un papel decisivo que determinan si un lead se convertirá en cliente y, finalmente, en promotor de la marca.