Organizar un evento corporativo representa a menudo un reto importante para una pequeña o mediana empresa. Nos encontramos con tantas decisiones que tomar, que puede parecernos una experiencia abrumadora: desde el tamaño y la ubicación del lugar donde se celebrará, la fecha de celebración hasta los pequeños detalles que a menudo son fáciles de pasar por alto: el número de sillas, el tipo de montaje, la gestión del aparcamiento y el acceso, etc.
Cualquier profesional del marketing sabe que un elemento clave para conseguir la lealtad de sus clientes y extender la relación con ellos es la personalización de esta relación.
Los eventos han experimentado cambios en los últimos años y la pandemia ha contribuido a esta transformación.
Desde mediados de 2022, los eventos presenciales se han establecido de nuevo como una forma eficaz y cercana de mantener el contacto con los clientes y de conectar con nuevos clientes.
El valor real de un evento es todo lo relacionado con la capacidad desmotivar a sus participantes para establecer relaciones, profesionales o personales entre ellos.
De repente nos hemos tenido que acostumbrar a reunirnos de forma virtual con clientes, partners, colaboradores, equipo, etc. y nos hemos dado cuenta que crear reuniones virtuales atractivas y exitosas no es fácil.
